La Bauhaus como la institución artística alemana más influyente desde 1919 hasta 1933, por la que pasaron los mejores arquitectos y pintores de la época (Mies van der Rohe, Gropius, Kandinsky, Paul Klee…) ofrecía no sólo un lugar de enseñanza sino también un modo de vida y fiestas que organizaban los profesores y sus alumnos.
La Universidad Iberoamericana hasta 1998 no contaba con un edificio que diera servicio solo a las licenciaturas de arquitectura y diseño, pero desde su construcción en ese año, el edificio ha dado a los alumnos un espacio propio (que los estudiantes de las demás carreras no tienen). Es raro que un alumno de arquitectura o diseño tenga clases fuera del edificio, además se cuenta con áreas comunes, talleres abiertos en donde se puede trabajar todo el tiempo.
La Bauhaus se presentaba como una revolución espiritual y al mismo tiempo como un vehículo de investigación práctica, especialmente para la construcción de viviendas, el interiorismo, el desarrollo de prototipos para la industria y la artesanía. En beneficio de la cooperación y armonía entre artistas, artesanos, comerciantes y fabricantes, cada taller contaba con un profesor artista y otro artesano, uno para la enseñanza práctica y otro para la teórica.
En la Ibero, el departamento de arquitectura también pone un interés especial en la vivienda, un gran procentaje de los talleres de proyectos se dedican todos los semestres al diseño de viviendas de distintos estratos sociales. Los talleres están dirigidos por dos o tres correctores que traen a la mesa distintos enfoques, diferentes soluciones para un mismo problema.
Gropius aspiraba a formar en la escuela una comunidad armoniosa, inspirada en los gremios medievales; una de las normas de la Bauhaus era promover la convivencia y la amistad entre profesores y alumnos. Trabajaban juntos, vivían cerca y se divertían juntos también. El programa de festejos tenía una doble finalidad: por una parte, intentaba fomentar el contacto entre la escuela y la población, para aplacar los recelos de ésta hacia la institución; por otra, reforzaban el espíritu corporativo y servían para aliviar las tensiones y conflictos entre los profesores y los alumnos. El programa era asombrosamente denso, y cuajaba en numerosas fiestas, bailes, mascaradas, conciertos, representaciones teatrales; en celebraciones de aniversarios, de matrimonios, del nacimiento de los hijos. En todos estos casos tenía ocasión de manifestarse el talento de los diferentes talleres.
En la Ibero, no tenemos las fiestas con invitaciones de concurso, con temáticas o de disfraces, pero tenemos algunas fiestas en las que se da una convivencia entre alumnos pero también entre profesores y alumnos. Hay también salidas a sitio o a exposiciones que promueven la confianza entre alumnos y maestros.
En cuanto a los edificios, Gropius recibió en 1925 la oportunidad de crear un edifcio de acuerdo a las necesidades de la escuela. Para los talleres diseñó un edificio alargardo, rectangular con muros de vidrio (que permitían que el interior se difuminara hacia el exterior, dejando de ser solo un espectador y convirtiéndose en actor dentro de su contexto) y fachadas ritmícas.
Está además orientado de manera tal que recibiera la mayor cantidad de luz a lo largo del día. Es un cuerpo de tres niveles en el que se circula de manera vertical. Las escaleras que recorren el edifcio se convirtieron además en el escenario de diversas fotografías y pinturas de los alumnos de la Bauhaus, eran un espacio de encuentro.
El edificio de talleres se conectaba con la escuela técnica mediante un edifcio puente que alojaba las oficinas del director, el área recreativa y el teatro (esta actividad era realmente importante debido a su naturaleza de actividad social).
Por su parte, dentro de la Ibero, el edificio de arquitectura y diseño también es alargado y rectangular, también se propone el paso de luz pero lo hace con una fachada de celosías que permiten la luz y no con muros de vidrio. La circulacón es también vertical.
Está conectado con el resto de la Ibero mediante puentes y a diferencia de la Bauhaus, dentro del mismo edificio se alojan las oficinas del director, los talleres y áreas comunes (de trabajo).
En conclusión, la analogía de estos edificios va más en cuanto a programa y uso que en cuanto a forma. Los dos edificios son espacios para crear y tomar clases en una forma diferente a la tradicional que promueven la convivencia. La Bauhaus fue para sus alumnos también su casa, la Ibero es hoy el lugar en el que pasamos la mayoría del tiempo.