A través de la historia, la humanidad ha sufrido varias crisis, unas más sobresalientes que otras, y en diferentes ámbitos; ya sea religioso (ej. Cristianismo), político (ej. Guerras Mundiales), económico (ej. Globalización), o cultural (ej. Renacimiento), que la han llevado a una renovación o cambio circunstancial, pero que se manifiesta directamente en la vida humana.
El ser humano ha desarrollado varias formas de expresión, que reflejan con gran claridad las circunstancias del momento histórico que vive.
El quehacer artístico es la clave principal como forma de expresión, y es fácil leer para entender la vivencia del hombre pasado. Como sabemos, la arquitectura forma parte de las Bellas Artes y representa uno de los más ricos campos artísticos al tener la finalidad última de contener al hombre.
A principios del siglo XX, la arquitectura llegó a un momento crítico en el cual, se puede decir se analizó de fragmentada en función al contexto histórico que se vivía, al hombre y su estrecha relación con el edificio, al pronóstico que leía sobre el futuro de la ciudad, etc. Y esto no es sólo un fenómeno que se dio en arquitectura. El arte y todas sus formas de expresión son un claro ejemplo de la gran crisis que se vivía en las primeras décadas del siglo pasado, así como esa necesidad inquietante de evolucionar y encontrar nuevas soluciones para el mundo.
La industrialización del mundo trajo consigo cambios drásticos en la forma de vivir del hombre. Surgen nuevas máquinas capaces de reemplazar la mano de obra reduciendo el tiempo y aumentando la producción. Los medios de transporte son otro gran fenómeno que provocan a los arquitectos de la época a recapacitar sobre el rumbo que debía tomar el quehacer arquitectónico a toda escala, desde las nuevas necesidades espaciales hasta la composición de la ciudad.
Era una tarea difícil, la cual ameritaba la conjunción de varias mentes que pudieran intercambiar ideas, diagnosticar la realidad y dar una solución a los problemas que se planteaban. Así es como surge en Alemania la Escuela de la Bauhaus en 1919, así como el CIAM, el cual dura 31 años a través de los cuales el mundo experimenta varios sucesos como es la Segunda Guerra Mundial. Esta agudizó los objetivos que esta asociación tenía contemplados, y dar una solución a la humanidad que pasaba por momentos difíciles. Es una época en la que la arquitectura se trata con una diferente perspectiva. La arquitectura es primeramente una necesidad, que por lo tanto sirve al hombre, y no sólo es un objeto de contemplación.
Hoy en día, después de 60 años desde la disolución del CIAM, volvemos a entrar en otra etapa de crisis en la cual ya no se plantean los mismos problemas, ya que son más difíciles los errores que debemos corregir esta vez, como es el deterioro del medio ambiente, el calentamiento global, la densificación de las ciudades, la polarización de las poblaciones, etc.
Leer el pasado nos puede dar muchas pistas; y aún más, soluciones sobre cómo lidiar con los problemas de la actualidad. Considero importante retomar el principio de analizar la realidad, en este caso, desde el punto arquitectónico, y llegar al nivel de propuesta que los arquitectos modernos llegaron en su época. Es un buen momento para tomar conciencia del rumbo que debe llevar la arquitectura hoy en día. Esta vez no se tratará de hallar un nuevo estilo, o funcionamiento, sino habrá que pensar en una depuración de los elementos que ensucian la esencia de la arquitectura y así poder dar una solución ante el grave problema ambiental que vivimos.