El museo Rufino Tamayo es un espacio innovador que ofrece al visitante una experiencia nueva para admirar una obra de arte, al visitar el mueso contemporáneo de arte no solo asistimos a admirar las obras que se encuentran dentro del, sino al mueso mismo.
Su volumetría monumental, y a la vez sus grandes espacios interiores perfectamente iluminados, nos ofrece una combinación, que permite que el mismo mueso se convierta en una obra de arte.
Sus espacios interiores íntimamente ligados con la estructura, hace que esto espacios se rigan por la misma, esto a su vez enlazado con un concepto de pertenecía que se buscaba exaltar en el edificio esto se puede observar con la relación de los diferentes niveles del edificio, lo cual remite a la herencia arquitectónica prehispánica. Las diversas pendientes o taludes con vegetación son parte fundamental de la composición; establecen la relación del edificio con el Bosque de Chapultepec: crean la impresión de que el Museo surge del suelo.
Esto se refleja en el recorrido interior del edificio ya que durante el recorrido el visitante desciende un nivel entero, casi son darse cuenta, gracias a dos pequeñas rampas estratégicamente colocadas. Además la visita puede cortarse a la mitad, por medio de otra rampa que liga el patio con el vestíbulo de entrada, en muchos museos hay recorridos muy largos que el visitante no puede cortar cuando se fatiga; tiene que volver a recórrelo.
Las salas de exposición se rigen por la estructura, pero no se limitan a ella, ya que estas se contemplaron para ser interconectadas por medio de rampas que tienen además grandes aperturas que permiten a discreción, integrar lentamente el espacio de dos, tres y hasta cuatro
El Museo Tamayo es considerado en México uno de los ejemplos de arquitectura contemporánea destinada, desde su proyecto original, a la labor museística. Desde un inicio, el edificio fue concebido como una pieza más de la colección del Museo, de hecho la más importante, la más activa y por supuesto la de mayor tamaño.
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