La plástica mexicana ha sido muy prolífica , desde principios del siglo XX pintores interpretaron aspectos políticos, sociales, económicos, y sobre todo crearon estilos propios que le dieron identidad al arte mexicano
La pintura mexicana a ido cambiando cuya propuesta no se queda solo en su estilo y temática, si no en la ideología que se desarrollan a los acontecimientos de la vida.
Los cimientos para el muralismo fueron los paisajes, las clases baja y media y otros temas de interés en la época, los cuales se expusieron de forma conservadora. La Revolución Mexicana fue el movimiento político y social que avivó el sentimiento nacionalista de nuestro pueblo detononando talento nato de los artistas para crear obras sobre temas como la muerte, clases sociales, guerra y sentimientos como pasión e ira.
El muralismo mexicano abarca las primeras décadas de del siglo XX (1921-1955), el lenguaje pictórico de los muralistas debía ser coherente con la finalidad de reivindicar a las masas populares, se buscaba un lenguaje realista que cualquiera lo pudiera comprender sin embarco en ésta busqueda de expresar se introduce corrientes como el surrealismo, cubismo. De los más destacados pintores mexicanos de ésta época están; Jose Clemente Orozco, con una fuerte tendencia de crítica social y de izquierda, Diego Rivera, influenciado por el cubismo y el realismo y comprometido con el comunismo, Frida Kahlo, composiciónes referidas a ella misma y su vivencia cotidiana donde au sensibilidad enmarcó una obra llena de sentimiento, metáforas y encuentros consigo misma y su dolor.
Los grandes muralistas mexicanos de la posrevolución desarrollaron, con la pintura mural, el concepto de «arte público», un arte para ser visto por las grandes masas en los principales edificios públicos de la época, y que no podía ser comprado y transportado fácilmente a otro lugar, como sucede con la pintura de caballete. Así mismo la arquitectura y la pintura (murales) se fusionaron en edifición públicos improtantes donde cualquiera tuviera acceso.
Paralelamente se dieron en Europa movimientos «ismos», cubismo, donde los ángulos de observación del objeto se multiplican para obtener de esta cuarta dimensión a partir de la suma de todas las perspectivas, ésta corriente fue traida a Mexico en las obras de Diego Rivera, futurismo, el cual adjudicaba a los objetos diferentes posiciones sobre un plano, dadaísmo, como oposición a la burguesía y por pintar cuadros que mostraran una inventiva inagotable, surrealismo, como un mundo inanimado, metamorfosis, aislamiento de fragmentos anatómicos, éste último traído a México por André Breton quien reunió a los miembros que quedaron con la desaparicón del Dada (1922) y adoptó la palabra «surréaliste» definiendola de la siguiente manera: «Automatismo puramente psíquico, mediante el cual se pretende expresar verbalmente, por escrito, o de cualquier otra forma, el verdadero proceso del pensamiento. Es el dictado del pensamiento, sin el ejercicio de la razón y las preocupaciones estéticas y morales» (Manifiesto de 1924). Surrealismo fue también un estilo de vida y la expresión de una concepción filosófica y para algunos historiadores Ha sido considerado por algunos críticos e historiadores como el reducto más característico del espíritu que imperaba en el periodo de entreguerras.
Breton vino a México en 1938, opinando que éste era realmente “un país surrealista”. He aquí un fragmento de su recuerdo de México:
“Imperiosamente, México nos convida a esta meditación sobre los fines de la actividad del hombre, con sus pirámides hechas de varias capas de piedras correspondientes a culturas muy distantes que se han recubierto y oscuramente penetrado unas a otras. Los sondeos dan a los sabios arqueólogos la oportunidad de vaticinar sobre las diferentes razas que se sucedieron en ese suelo e hicieron prevalecer en él sus armas y sus dioses.
México, mal despertado de su pasado mitológico sigue evolucionando bajo la protección de dioses, este poder de conciliación de la vida y la muerte es sin lugar a dudas el principal atractivo de que dispone México. A este respecto mantiene abierto un registro inagotable de sensaciones, desde las más benignas, hasta las más insidiosas.”
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