Las características geográficas e históricas de la cuenca de México propiciaron, desde épocas prehispánicas, una concentración importante de población. A la llegada de los españoles, la gran Tenochtitlán contaba con cerca de 600 000 habitantes y era una de las ciudades más grandes del mundo. El choque social y cultural provocado por la Conquista hizo disminuir drásticamente la población en esta ciudad y en los cuatro siglos posteriores del México colonial e independiente no se generaron concentraciones demográficas importantes. Pero en el siglo XX, se renovó esa tradición de gran urbe y la moderna ciudad de México experimentó un crecimiento espectacular. De contar con aproximadamente 350 000 habitantes en 1900, pasó a tener más de 14 millones en 1980.
Durante todo este tiempo, el crecimiento de la ciudad no ha sido uniforme. Después de 1921, la concentración de población en la capital se vio estimulada (en el periodo posrevolucionario de 1921 a 1930) con el regreso de la paz, de los capitales y de parte importante de la población que había buscado refugio en la provincia durante el movimiento armado.
En 1940 la capital del país era una ciudad de un millón y medio de habitantes. Sin embargo, durante los cuarenta tuvo lugar una aceleración sin precedente del crecimiento demográfico. Este fenómeno se desarrollo paralelamente al proceso de industrialización en el país, pues al contar con infraestructura más adecuada, se canalizaron hacia la ciudad de México las principales inversiones industriales. En consecuencia, las economías de aglomeración desencadenaron un proceso concentrador de población trabajadora para la industria, así como la ampliación del mercado consumidor y la aparición de servicios urbanos de todo tipo, los cuales se sumaron a las actividades administrativas propias de la capital. Esta dinámica social y económica ha significado, en términos demográficos, un crecimiento del área urbana superior a 5% anual durante los últimos años.
En la década de 1950, el área urbana del Distrito Federal comenzó a desbordarse del territorio conocido como delegaciones centrales para extenderse sobre los terrenos baldíos de las delegaciones de la periferia. En el transcurso de las décadas siguientes, la población de la Ciudad de México se multiplicó por dos en intervalos aproximados de veinte años. El crecimiento se explica por la alta concentración de la actividad económica industrial en el valle de México. La concentración económica en el Distrito Federal dio lugar a la migración proveniente de otros estados de la república, especialmente de los muy pobres como Puebla, Hidalgo, Oaxaca y Michoacán. En la década de los setenta, el área urbana de la ciudad ya ocupaba el total de las delegaciones centrales, más casi la totalidad de Gustavo A. Madero, Coyoacán, Iztacalco e Iztapalapa.
No es posible imaginar un crecimiento demográfico como el descrito en la ciudad de México en el siglo XX sin procesos paralelos de expansión territorial y desarrollo intraurbano. La expansión física de la ciudad ha ocurrido en todas direcciones pero principalmente hacia el norte y el oriente, debido a que las condiciones topográficas de esta zona ofrecen mayores ventajas para la urbanización.
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