Le Corbusier decía que “la arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes reunidos bajo la luz.” Otros describen la arquitectura como un arte y otros como ciencia o quizás un punto medio. Para mí, sin embargo, la arquitectura va mucho más allá; es un lenguaje universal que roba características de cada lugar y situación para volverse un elemento único cada vez que se presenta. La arquitectura responde a su entorno pero tiene el poder de transformarlo.
La arquitectura es nuestro entorno construido, todo aquello que el humano ha afectado termina siendo nuestra arquitectura aunque sea carente de los principios de estética. La arquitectura sirve una función, esta puede ser tan variada como ejemplos de arquitectura existen: desde la pequeña casa de lámina hasta las grandes óperas o aeropuertos del mundo, sin embargo, esta función, sea cual sea, es lo que diferencia a la arquitectura de la escultura.
La arquitectura siempre está cargada de significados, conexiones e implicaciones. Es un lenguaje complejo que se teje con su medio inmediato y puede tener conexiones al otro lado del mundo, ya sean sistemas y subsistemas tangibles como la luz y el drenaje, conexiones inexplicables al pasado y al futuro por medio de significados, alusiones y metáforas o la relación con sus usuarios. Cualquier arquitectura, para mí, tiene forzosamente implicaciones, algunas que se aplican en ella y otras que esta genera en su entorno.
Debido a las todas las redes que tejen a la arquitectura, esta no puede ser simplemente una imposición en el entorno. La arquitectura debe formarse tomando en cuenta todos los factores que repercuten en ella y por ello el proceso de diseño debería ser mucho más abierto y dinámico para que responda a las necesidades de manera más acertada y que a su vez pueda cambiar con el tiempo sin tener un programa rígido.
La arquitectura está cargada de poder y de cambio. Siempre tiene la posibilidad de generar situaciones completamente nuevas e inexistentes que afectarán su entorno y a la gente en las cuatro dimensiones. Esto implica que la arquitectura debe pensarse de esta manera, a través de altura, ancho, largo y tiempo ya que su transformación se dará en estas direcciones. Al tener este poder de cambio, la arquitectura conlleva mucha responsabilidad de quien la construye, especialmente si se ha estudiado para llegar a este punto.
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