Pedro Ramírez Vázquez, arquitecto de origen mexicano, se enfrentó con varios retos al proyectar el Museo Nacional de Antropología, ya que debía cumplir con las necesidades de funcionamiento de un museo, pero el arquitecto quería que el recorrido del usuario fuera más flexible y fluido, el sitio donde debía estar ubicado debía ser un lugar con mucha concurrencia, debía ser un espacio educativo y científico, y tenía que mostrar con dignidad los legados culturales dentro de un edificio contemporáneo.
«Teníamos que llegar a una serie de espacios muy amplios, flexibles, que previeran en el desarrollo futuro las adquisiciones…pensamos que el mejor sitio para ubicar los museos era a donde iba la gente, para que no hubiera que promoverlos, sino que tropezaran con ellos.»
Fuente: Pedro Ramírez Vázquez
La ubicación del museo es privilegiada, se encuentra un espacio con gran afluencia popular y belleza natural, en el corazón del Ciudad de México. Para facilitar el movimiento de la gente y hacer del museo un espacio más flexible y libre, el esquema que se escogió fue una planta rectangular con un gran patio al centro que sirviera de cómo núcleo distribuidor y alrededor de este se levantaran los volúmenes de las salas. El eje principal del museo va desde el acceso principal por la gran explanada hasta la Sala Mexica donde se encuentra el calendario azteca, pieza más importante de todo el museo.
El programa que debía cumplir el museo era extenso, porque no solo albergaría exposiciones, sino también una escuela, biblioteca, laboratorios, auditorio entre otros. La decisión de hacer exposiciones en el exterior es interesante, ya que permite a los visitantes cambiar de escenario Las salas están diseñadas, de tal manera que todas tienen en el acceso un ambiente con menor altura donde se da la introducción a la sala, seguido de un espacio de doble altura donde se enfatiza la cultura de la que se habla en la zona. El piso del segundo piso está recubierto con una celosía que permite ver a los visitantes de ese nivel, el patio del nivel inferior sin ser vistos. Esta celosía recuerda la ornamentación maya, en forma de serpiente.
Los materiales utilizados fueron el cristal y aluminio para las ventas; piedra gris para los pisos y mármol Santo Tomás y mármol blanco para el recubrimiento de muros. El tiempo que tenían para la construcción era corto, es por eso, que se propuso una estructura mixta, para las oficinas, vestíbulo, auditorio y la escuela, se uso una estructura de acero prefabricada, es un edificio con doble altura y un claro de 45 metros, se usaron viguetas prefabricadas para las trabes y las columnas se formaron por cuatro placas soldadas. Para el cubrir el claro del cuerpo centro se propuso una armadura de 3 metros de peralte articulada por sus extremo.
El juego entre el interior y exterior se volvió primordial, el patio elemento central entre esa interacción, pero debía de tener una parte cubierta para proteger a los visitantes de la lluvia y Ramírez Vázquez propuso paraguas como cubierta, con una columna centra del 28 metros de altura, un techo de 54 x 82 metros y 80 cables en la parte superior que se sostienen de la columna central. Las ventanas hacia los jardines y las exposiciones en el exterior permiten mayor interacción del visitante con el exterior y no niegan el lugar donde se encuentran: el Bosque de Chapultepec.
Al concluir después de 19 meses la construcción del Museo Nacional de Antropología y hoy en día a más de 50 años de esa fechas, se siguen apreciando el cumplimiento de los grandes retos a los que se enfrentó Ramírez Vázquez. En la actualidad podemos recorrer el museo libremente, contamos con salas amplias y flexibles, es un espacio educativo y de aprendizaje, donde el que lo visita esta en constante interacción entre el interior y exterior. La solución estructural fue la adecuada y los materiales no se ven deteriorados. Las instalaciones que se dejaron para que cualquier exhibición se pudiera adaptar a los espacios se siguen usando y cumple con todas las necesidades de iluminación, aire acondicionado, sistemas de alarmas, equipos electrónicos entre otras.
Se creo un espacio contemporáneo sin olvidar la herencia que tiene el pueblo mexicano de las culturas prehispánicas, se logró un edificio integrado con el entorno, en donde la gente se sintiera libre de moverse y pudiera cambiar de ambiente constantemente. Es una propuesta inovadora para un museo, en donde no se tiene que recorrer todas las salas para llegar a la pieza más importante, Ramírez Vázquez da la posibilidad al usuario de visitar las salas y piezas que este quiera, haciendo del Museo Nacional de Antropología un espacio creativo y flexible, para que el usuario se sienta cómodo.