Un gran número de viviendas, oficinas, servicios, industrias y espacios recreativos en su conjunto es a lo que vagamente nos referimos como “ciudad”. En realidad es una compleja red en la que se interrelacionan todos estos elementos y en los que predominan los servicios y la industria, interactúan entre sí y se conectan con vialidades.
El tamaño de una ciudad puede variar mucho de una a otra tanto en extensión territorial como en densidad de población. Pero no es el tamaño de la ciudad lo que la define y la forma en que se da la vida en ella, sino la manera en que todos sus componentes interactúan con el usuario. La cantidad de servicios e industrias que tiene una ciudad y el número de automóviles privados que circulan por ella no son un indicador de la forma en que funciona. Una mala disposición de estos focos puede producir largos recorridos de distancias, el uso innecesario del automóvil y por consiguiente congestionamientos viales.
Hacer zonificaciones en la ciudad, como sucede en los suburbios, provoca que hayan grandes áreas sin servicio alguno, haciendo que las personas tengan que salir de esa zona para ir a otra en la que pueden encontrar lo que buscan. Cuando se generan áreas con usos mixtos, los recorridos se disminuyen y la distancia es tan corta en realidad que no es necesario tener un automóvil para desplazarse, las calles se caminan, se utilizan las plazas, se usa la ciudad.
El análisis del funcionamiento de todos los factores que intervienen en las ciudades y su correcta aplicación, genera urbes que reducen distancias, disminuyen el uso del transporte privado y propician el uso del espacio público.
La cultura moderna tiene una racionalidad que tiende a la homogenización y con ello surge un excesivo énfasis en las teorías para construir la ciudad que en general terminan derivando en proposiciones especulativas, que puede que se nos presenten como una realidad más dura, inmutable, que nos haga pensar que quizás no podamos cambiar el destino de nuestras ciudades, pero debemos intentar cambiar el esquema y mejorar nuestras ciudades.
Las ciudades no son estáticas: se desarrollan y cambian con el tiempo a medida que va creciendo la ciudad y los espacios que en un principio eran fábricas ahora están abandonados, donde antes habían niños ahora hay adultos mayores y las canchas de fútbol ya no se utilizan. Comienzan a cambiar los espacios para los que una vez estuvieron diseñados, su uso ya no es el que era hace algunos años, no necesariamente por un mal diseño, sino por que las condiciones de la ciudad han mutado.
Hacer mejores espacios no necesariamente significa expandir la ciudad hacia las periferias, muchas veces se trata de reciclar los que ya tenemos y mejorarlos, incluir usos mixtos y hacer que las zonas abandonadas se reactiven. Tener espacios de uso público y transitados es lo que realmente queremos lograr cuando hacemos ciudad. Promover el transporte público y usos mixtos genera una ciudad con más movimiento, sostenible y habitable.