Así como en el arte se ha tratado de encontrar una estética universal y unos valores aplicables a toda obra de arte, en la arquitectura se buscan parámetros de diseño aplicables a cualquier edificio. En el movimiento moderno se trataron de establecer estos valores, planteando que si uno orientaba el edificio de una manera, se suprimía todo ornamento, se pintaba de blanco, era asimétrico, y cumplía con su función, era estético y además eran pautas que podrían ser aplicadas en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, diseñar un edificio no es un simple dilema de forma y función. Es una tarea muy compleja que requiere de analizar muchas más cosas, ya que un edificio no es una célula independiente sino forma parte de un sistema y un conjunto de situaciones.
Es por esto que se deben considerar diversos factores que afectan el proceso de diseño del edificio tales como el usuario, sus necesidades, el lugar, su historia y cultura, el paisaje, la relación entre lo público y lo privado. Todas estas decisiones eventualmente llevan a que el usuario sienta una experiencia muy específica en el edificio y se sienta más cómodo. Puede ser algo tan sencillo y lógico como ubicar el acceso principal de un edificio sobre la calle en la que estén las conexiones de transporte publico y el mayor flujo peatonal al igual que se puede ir complejizado esta labor. Es por estas condiciones únicas de cada lugar que cada edificio debe desempeñarse de una manera muy particular, y no hay tal cosa como diseñar un edificio universal que se pueda trasladar de un lugar a otro y siga siendo plenamente satisfactorio.
Esta idea de que un edificio debe cumplir con más que dar lugar a una actividad específica se puede ver de diferentes maneras, un ejemplo sería el proyecto del blog “Un contacto más profundo con la naturaleza que un simple balneario.” Este habla de un balneario hecho por el despacho arquitectónico White arkitekter AB, que aunque cumple con su función de dar lugar al baño, va más allá en el sentido de que busca una relación estrecha con el paisaje en la manera en que se impone sobre la naturaleza además de que conecta el edificio en si, con la playa de una manera muy sutil que envuelve al usuario y lo invita a entrar. Su forma circular protege el interior de los vientos, haciéndolo aun más agradable y amigable al usuario, además de que se conecta con la playa invitando a la gente a ir.
Hay muchos ejemplos que muestran que un edificio puede hacer más por su entorno que solo dar lugar a una actividad interior. En el caso del Teatro Sueco, en Helsinki, remodelado por Eero Saarinen, el edificio actúa como una barrera de sonido entre el barrio más agitado de la ciudad y el más tranquilo. Este conecta estas dos partes de la ciudad, haciendo que las dos interactúen sin que se afecten la una a la otra. Otro ejemplo sería el Maritime Youth House, en el que el despacho Big, detecta una condición de suelo en la que se ahorra el saneamiento del terreno y la usa a su favor para unir dos programas, el de club de vela y el de casa para jóvenes, uniéndolos a través del espacio publico, idea nadie se imaginaba que pudieran coexistir. Es un programa inusual que se pudo dar gracias a una condición muy partícula del terreno en el que se iba a construir el proyecto. Sin embargo son estas limitantes las que nos permiten buscar soluciones más creativas a nuestros proyectos al mismo tiempo que los hacen únicos.